Es una pregunta recurrente en mi cabeza... Me tiene como obsesionada y preocupada. Yo diría que es lo que más me cuesta de ser mamá.
Le pido a Dios todos los días: "Dame tan sólo 20 años más de vida para poder dejar a mis hijas listas para la vida y cuidar mi casa".
Ahora, me dijeron que tengo que operarme de las caderas y tal vez tenga que estar tres semanas con muletas y sin manejar. ¡Tres semanas! ¡Se me hacen un mundo! Supermercado, turnos, horas al dentista, actividades extraprogramáticas, jugar, hacer tareas, bañarlos, preparar la comida, atender al marido. ¡Imposible!
Me puse a pensar en esas pobres mujeres, mamás de niños chicos, que tienen bronconeumonia, que un examen de sangre arroja anemia fuertísima, un embarazo de cuidado que te echa a la cama o las mujeres que se van a hacer una mamografía y les dicen: “Tiene cáncer…”
Cáncer=muerte=desaparecer...
Cualquier invalidez frena el ritmo de las casas...
Las mujeres somos el pilar de nuestro hogar, y sé que hay hombres que ayudan, pero lo normal es que no lo hagan.
Entonces, yo hablo desde la angustia, esa incertidumbre de mujer que se pregunta "¿qué pasaría si yo faltara?"
Entrevisté a un grupito de mujeres y la respuesta es generalizada: "Queda la embarrá!"
Me dan tantas ganas como mamá de ser invencible!!!
-¿Cómo y qué hacer para no sentirse así?
-¿Cómo superar esta angustia que nace junto con ser mamá?
-¿Cómo dejar de ser tan machistas y "obligarse" a enseñarle a nuestros hombres a que sepan hacer las tareas de la casa cuando uno falta?
¿Me ayudan?
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Cuando nos juntamos mujeres con niños relativamente chicos y nos ponemos a conversar del día a día a menudo escucho frases como “mis hijos me colapsan, me estresan, me chupan toda la energía, me superan, no me dejan tranquila, no los soporto, coartan mi libertad, estoy a punto de hacer algo y escucho… mamáaaaaaaaaaaaa!”
Yo las miro, las oigo, las escucho, las observo, cómo conversan entre ellas, cómo se contornean cuando dicen estas cosas, cómo se les encorva la espalda, las venas del cuello sobresalen, en sus palabras hay rabia, angustia y desesperación… y varias de ellas, a quienes conozco hace años, me parecen extrañas… no puedo evitar que lleguen a mi cabeza imágenes de nosotras más jóvenes y ellas diciendo que “su sueño dorado” era ser mamá…
Yo, en cambio, me siento súper ajena a esos sentimientos y sensaciones. A mí me encantan mis hijas. Me gusta que me pregunten todo, me gusta estar metida en todo, tengo ganas de orientarlas todo el rato, que se quieran. Es que también pienso que cuando puedes estar encima de ellos criando, enseñando los primeros años, que son los importantes, el resto, sale relativamente fácil, sobre todo con los mayores, que ayudan a que la pega con el segundo se aliviane.
Ellas nunca me colapsan. Obviamente me siento cansada, a veces sueño con estar en una playa paradisíaca sola y dormir hasta las 2 de la tarde oyendo música y tomando sol, aunque es porque estoy cansada de levantarme temprano, de tomar decisiones, de tener que buscar pega, de los problemas familiares o mil cosas más, pero nunca “porque estas niñitas me colapsan o me tienen cansada” ¡Nunca! ¿Me entienden?
A veces, si estoy haciendo algo “mío”, por ejemplo, me instalo a coser y obviamente viene el llamado ¡mamáaaaaaaa!, pero me gusta!, no me colapsa, no me molesta. Tengo súper asumido que “una” los trajo a este mundo y que DEBES que estar ahí para ellos.
Preocupada acudí a la psicóloga Carola Tocornal y me dijo que gran parte de esta sensación que tengo, de que no me molesta sentirlas encima todo el día, se refleja primero en mi personalidad segura en mi actuar hacia ellas, no aguantando ningún capricho ni pataleta. En que he sido clara y precisa en la manera de educar, con castigos adecuados a la edad, al momento y cumplibles. En que les he hablado y tratado siempre con firmeza, pero con un cariño inmenso, casi desmedido. En que estoy muy conectada con mi centro, siendo mujer 100%, capaz de comunicarles las cosas que me van pasando o lo que siento, sin esconderles nada, lo que hace que los niños crezcan seguros y capaces de demostrar también sus sentimientos a todo el mundo.
Enseñarles a los niños con el ejemplo, a que el tiempo de la mamá es SAGRADO, y que luego de que ELLA haga SUS cosas, atenderá las de ellos. Este punto es súper importante pues les da mucha seguridad. ¿Cómo lo sientes tú? ¿Qué te pasa? ¿Te sientes identificada conmigo o te sientes colapsada muy seguido? Te invito a que revises los datos de la psicóloga. Tal vez te pueda ayudar.
¡Hasta la próxima!
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