El pasado 6 de febrero se celebró el Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina. Una práctica –salvaje- que consiste en la extirpación parcial o total de los genitales externos u otras intervenciones practicadas en los órganos genitales femeninos por motivos culturales o no terapéuticos.
Según Unicef, alrededor de 70 millones de niñas y mujeres actualmente en vida han sido sometidas a la mutilación/ablación genital femenina en África y Yemen. Además, las cifras están aumentando en Europa, Australia, Canadá y los Estados Unidos, principalmente entre los inmigrante procedentes de África y Asia sudoccidental.
Entre las razones por los cuales se realiza esta práctica está la de controlar la sexualidad femenina, menos placer; como rito de iniciación, se practica principalmente a niñas y adolescentes de entre 4 y 14 años, No obstante, en algunos países la ablación se realiza a niñas menores de 1 año; de higiene, porque se cree que los genitales femeninos son sucios y feos; de salud, se piensa que aumenta la fertilidad; y por último, religioso. Hay cientos de mitos. Nadie sabe con claridad cuál es la precedencia de esta práctica, lo cierto es que es una violación directa de los derechos humanos, tanto de las mujeres como de las niñas.
Este acto, además de reflejar una gran desigualdad entre sexos, también es una forma de discriminación hacia el género femenino, que vulnera el derecho a la igualdad de oportunidades, a la salud, a la lucha contra la violencia, el daño, el maltrato, la tortura y el trato cruel, inhumano y degradante; el derecho a la protección frente a prácticas tradicionales peligrosas y el derecho a decidir acerca de la propia reproducción. Estos derechos están protegidos por el Derecho internacional.
Pese a estar penalizado en la mayoría de los países, se sigue haciendo por temor al rechazo y a la marginación. Un ejemplo de ello, es el sufrido por Janet Naningo, quien tuvo que huir de su casa para evitar la mutilación cuando tenía 9 años. “Mi madre quiso practicarme la ablación, pero una de mis profesoras me dijo que eso no estaba bien y que la operación me iba a traer un montón de consecuencias a corto y a largo plazo” señaló recientemente en una entrevista.
Gracias a la formación y a las campañas de sensibilización, cada vez más familias deciden no mutilar a sus hijas. Janet afirma que "más de 15.000 personas han recibido formación y se ha evitado la ablación de 3.046 niñas".
Pero, aún queda un largo camino por andar…. Por ahora, confío que llegue un día en que podamos celebrar los 6 de febreros como el fin de la ablación femenina.
Carola Madrid F.
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