Gran parte del crecimiento y desarrollo espiritual que existe en nuestra sociedad ha estado dirigido hacia el exterior, al qué es lo que hacemos por lograr ayudar “al otro”, o cómo podemos extenderle una mano a quienes nos necesitan. El rol social de aquello es realmente invaluable y ha sido de gran servicio a través del tiempo.
Mientras tanto personalmente ese tipo de cosas no terminan de darme todo el impulso que necesito para hacer las cosas y me dediqué a analizar la situación y la razón que encontré es que para mí aquella entrega y servicio tiene que venir desde el interior, no por las simples ganas de servir, sino porque siento que tengo algo que puedo compartir y repartir.
Así es como me gusta a mi ver las habilidades para cambiar el mundo como pasos lógicos de un trabajo interior que a la larga se comienza a traducir en nuevas acciones en el exterior, en la sociedad, la cultura y los sistemas en los que estoy involucrado.
Si no, siento que es muy fácil que se pierda el rumbo, porque las necesidades internas no están satisfechas y las habilidades no se terminarán de desarrollar y el ego tarde o temprano se aprovechara de eso.
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