De acuerdo a las estadísticas en Chile, actualmente un 75,3% de los niños es maltratado de alguna manera, físicamente o psicológicamente; más de la mitad ha recibido violencia física. Al conversar con muchas madres de diferente origen social, cultural, económico, una cachetada, un palmazo aún aparece como una técnica válida, necesaria, y positiva frente a un niño, especialmente niños de temperamento difícil, que en sus palabras "no entiende de otra forma", y no es vista esta conducta como maltrato.
Sin duda desde la psicología esto no es así, y no porque no sean necesarios los límites o reglas y se busque una crianza en la que cada uno haga lo que quiera, todo lo contrario. Me ha tocado atender niños sin ningún tipo de reglas quienes se angustian extremadamente al manejar un barco tan grande sin la capacidad para ello, valorando mucho que alguien los ayude a estructurarse y ordenarse internamente.
Existen sin duda, niños de temperamento difícil, niños con dificultades en su desarrollo, niños hiperactivos, niños no deseados o queridos que han sentido eso desde siempre, niños que les ha tocado vivenciar situaciones difíciles como separaciones, enfermedades, que han influido en su agresividad. Estos niños son los que más necesitan sentir incondicionalidad, frases positivas, refuerzo y apoyo. A ellos generalmente se les llama la atención en el colegio, los padres de sus amigos, sus tíos, abuelos y las frases "que niño mas difícil", "eres insoportable", "flojo, tonto", "todo el esfuerzo que hago por ti y así me respondes?", son muy conocidas.
Si se está retando a un niño por agresivo, será el maltrato el mejor método correctivo?
No se estará validando y enseñando justamente ese método, que sin duda, el niño obedientemente repetirá frente a una situación para él difícil con compañeros, con su hermana pequeña? y eso es reprochable? no, está repitiendo lo que sus padres le enseñaron. Es comer un yogurt en el supermercado, no pagarlo frente al hijo y retarlo por robar. Hogares relativamente predecibles, con rutinas ordenadas, no rígidas, reglas claras y justas, con alegría, ritos positivos, en los que exista la posibilidad de equivocarse y valga el esfuerzo, no el logro ayudan mucho más que un palmazo.
La imagen de sí mismos, que en los niños pequeños esta en formación, tiene como base LA PERCEPCION QUE EL NINO (A) TENGA DE LA IMAGEN QUE TIENEN LOS PADRES DE EL (ELLA), no la que efectivamente los padres tengan, sino, la que transmiten a ellos. Todas estas etiquetas negativas quedan en esta base y lo acompañan siempre, y son difíciles de cambiar. Si sus padres, que son las personas que más los conocen y los quieren, piensan eso de ellos, existe alguna duda de que no sea así?. Recuerdo niños que me dicen "soy difícil", "soy malagradecida", de qué manera eso afecta en la imagen de esos niños de sí mismos? en su relación con otros? Con sus parejas más adelante, aguantaran ser golpeadas más fácilmente?.
Sin duda tener hijos con temperamento difícil o con alguna dificultad en su desarrollo o enfermedad crónica es mucho más difícil y complejo, pone a prueba la paciencia, la creatividad, y muchos de nuestros recursos para enfrentar la crianza. Pero es posible pedir ayuda, delegar tareas: a un niño inquieto buscar alguna prima joven y con energía que lo lleve a pasear todos los días a la plaza; los beneficios de esta simple actividad son enormes. Se sabe que la práctica de deportes o instrumentos musicales ayuda muchísimo en bajar la ansiedad en los niños; así mismo, actividades de los padres o madres con hijos al aire libre, que generen gratificación, cambiando el ánimo normal de la relación sin duda aporta a que se miren los niños distintos a sí mismos, ampliando su mirada, integrando aspectos. Lograr que se miren positivamente no solo como el “niño problema” es un logro enorme, que estimulara su madurez, bienestar psíquico y autoestima. Calendarios de refuerzo positivo en el que se potencien 1, 2 o 3 conductas concretas que se quieran lograr, son un tremendo estimulo para que ellos se esfuercen a cambio de pequeños premios, paseos especiales, etc.
La red de apoyo de los padres es fundamental en estos casos y también asumir las necesidades de los niños de entretenimiento, de descanso, como naturales y esperables.
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Existen en el fútbol partidos complejos en que los expertos se fijan en quien va a ser el árbitro, ya que el peor escenario es un árbitro "protagonista", esto es que en el fondo quiere llamar la atención más que los jugadores y comete varias injusticias durante el partido.
Esta misma necesidad de protagonismo es posible observarla en madres cuya intensidad y falta de regulación emocional, no permite que los niños tengan espacio; sus sentimientos o emociones siempre a ojos de su madre son "mini" o pasan a ser rápidamente de ella y termina el hijo (a) ocultando sus problemas o apoyando a la madre en este problema que ahora es de ella.
Un ejemplo típico es cuando la adolescente presenta dificultades con una pareja conflictiva y la madre al saber esta situación, se enoja con la hija, la manipula, provocando que la confundida hija sienta culpa por su crisis y sienta que provocó a su madre un gran daño por haber expresado un dolor a quien aparentemente es más frágil. Son progenitoras poco contenedoras, con poca empatía con sus hijos, incapaces de verlos, de salirse de sí mismas.
Los roles están cambiados y es la hija o el hijo quien protege a la madre, sin estar preparado para ello. Las consecuencias de esto son complejas, niños y adolescentes incapaces de reconocer, distinguir y menos regular sus emociones; pero por otro lado, muy hábiles y motivados a distinguir las emociones de los demás.
Los niños al ser tan adaptables y perceptivos, aprenden a reconocer el estado emocional de sus progenitores, a distinguir sus emociones o dificultades y así saber si es un buen momento para por ejemplo, pedir algo. De esta manera buscan lograr cierta estabilidad y evitarse problemas. Desarrollan esta gran habilidad, pero no aprenden a distinguir ni validar las propias, inconscientemente sienten que sus emociones no importan o no son tan relevantes.
Se ha visto que en adolescentes o adultos esto implica por ejemplo dificultades en alejarse de situaciones de riesgo, o en detectar parejas maltratadoras, ya que no se conectan con el propio dolor, entonces es como tener el dedo en una vela y a pesar de estar sufriendo, no sacar el dedo. Pueden, en efecto, ser personas muy responsables, en muchas labores, pero carentes de autocuidado, autoestima y conexión emocional. Se observa en ellos, muchas veces adultos que nunca fueron niños, o niños adultizados, sobreadaptados.
Este interesante tema es tratado por una psicóloga norteamericana, Karyl McBride, en su libro "Seré alguna vez suficientemente buena"( "Will I ever be good enough?"), en el que se plantea las consecuencias de estas madres en la vida afectiva, especialmente de las hijas; la falta de empatía y de amor incondicional en las madres, va generando daño en la autoestima y la capacidad de relacionarse sanamente de sus hijas. Los mensajes de esta madre son confusos y negativos, viven de la imagen que pueden estar generando como madres frente a los otros -buscan ser vistas como excelentes madres por el entorno- y dolores o crisis en las hijas son mal vistas porque afectan a esta imagen. Frente a la crisis de una hija, pueden decir " ¿Porque me haces esto de estar mal?", entonces el hecho de que la hija este mal es secundario frente al problema de su imagen. Y por otro lado, se sienten amenazadas si sus hijas son muy llamativas o exitosas.
Es necesario estar atentos a los estados emocionales de nuestros hijos, y también al propio, analizar si sufrimos esta dificultad en la infancia y reparar el daño si así fue. A pesar de ser hija de una madre protagonista o narcisa, no implica que se que se repita inevitablemente sus errores o que no pueda reparar la capacidad de amar y recibir amor nutritivo, solo implica un trabajo profundo e interesante por delante.
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