El síndrome premenstrual (SPM) es una enfermedad que afecta a un alto porcentaje de la población femenina en edad fértil, aproximadamente a un 70%. De estos casos, un 10% presenta sintomatología más grave, sobre todo emocional, la que que interfiere seriamente en el estilo de vida y relaciones. Esto se llama Trastorno Disfórico Premenstrual (TDPM).
El SPM se refiere a una serie de síntomas físicos, del comportamiento o emocionales que tienden a comenzar durante la segunda mitad del ciclo menstrual (14 días o más después del primer día de su último período menstrual) y desaparecen 4 a 7 días después de que termina un período menstrual (durante la primera mitad del ciclo). Estos suelen empeorar en la mujer que está cerca de los 40 años debido a la proximidad con el periodo de transición a la menopausia.
Los síntomas físicos más frecuentes son distensión abdominal, meteorismo, dolor mamario, estreñimiento o diarrea, aumento de apetito, dolor de cabeza, calambres y menor tolerancia al ruido y a las luces. En el ámbito emocional se encuentran la confusión, dificultad para concentrarse, fatiga, tristeza, ansiedad o nerviosismo, olvidos, irritabilidad o agresividad, disminución de la líbido, cambios de ánimo y alteración del sueño, entre otros.
Algunos factores que aumentan el riesgo de presentar SPM es tener 30 o más años de edad, contar con uno o más hijos y tener antecedentes familiares o personales de depresión severa o depresión post-parto.
Se desconoce la causa exacta de este síndrome, aunque se cree que podrían estar involucrados diferentes factores como cambios en los niveles de ciertas hormonas en el cerebro (exceso de estrógenos, déficit de progesterona, cambios en la relación estrógenos progesterona); anormal funcionamiento del neurotransmisor serotonina (5HT); el estrés y la mala alimentación. Sin embargo, nada de esto ha sido demostrado.
El diagnóstico es clínico, es decir, no depende de un examen físico especifico o de una prueba de laboratorio determinada, pero suelen tomarse exámenes para descartar otras enfermedades que pueden presentar síntomas que simulan el SPM, como endometriosis, desórdenes tiroideos, trastornos del sistema adrenal, hiperprolactinemia o panhipopituitarismo, entre otras.
Antes de diagnosticar el SPM es importante descartar o considerar la posibilidad de coexistencia con algunas enfermedades psiquiátricas como distimias o algunos trastornos depresivos, de ansiedad, afectivo bipolar, de la alimentación y de personalidad, entre otros.
El tratamiento depende de la severidad de los síntomas. Según eso, el médico indicará diferentes tratamientos. Es aconsejable, antes de acudir a la consulta, realizar un “calendario de síntomas”, en donde la persona debe anotar los días en se siente mal y los síntomas que presenta.
En los casos leves puede bastar con cambios en el estilo de vida optando por una más saludable:
1) Beber mucho líquido (agua o jugo, no gaseosas ni otras bebidas con cafeína). Esto ayuda, principalmente, a reducir la distensión y la retención de líquidos.
2) Comer cada 4 horas porciones pequeñas.
3) Dieta baja en sal.
4) Evitar los azúcares simples como caramelos (hidratos de carbono que no aportan nutrientes al organismo), cafeína y alcohol.
5) Realizar ejercicio aeróbico frecuente.
6) Mejorar hábito de sueño nocturno
7) Usar suplementos recomendados por el médico que contengan vitamina B6, calcio y magnesio.
Los casos intermedios se tratan de dos formas, siempre indicadas por el especialista:
1) Analgésicos antinflamatorios: Ácido acetilsalicílico, ibuprofeno u otros antiinflamatorios no esteroides (AINES) con el fin de controlar el dolor, de cabeza, cólicos menstruales o el mamario.
2) Anticonceptivos orales, ya que pueden disminuir o incrementar los síntomas.
En los casos severos se utilizan diferentes tratamientos farmacológicos, generalmente, indicados tanto por el ginecólogo y el psiquiatra:
1) Antidepresivos: Corresponden a los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS).
2) Ansiolíticos en pacientes muy ansiosos.
3) Diuréticos: Manejar la retención de líquidos que causa distensión, sensibilidad en las mamas y aumento de peso.
4) Medicamentos más específicos: Bromocriptina, danazol y tamoxifeno para aliviar el dolor de mamas.
Muchas mujeres piensan que pasarlo mal varios días del mes es normal, pero no es así. El síndrome premenstrual es una enfermedad y la gran mayoría de las mujeres que lo tratan logran un alivio considerable de sus síntomas, lo que repercute directamente en su calidad de vida y en la de quienes las rodean.
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El hirsutismo corresponde al crecimiento excesivo de vello en mujeres, el que aparece en áreas asociadas a madurez sexual masculina, como el labio superior, patillas, barbilla, cuello, areolas mamarias, tórax, alrededor del ombligo, ingles, muslos y espalda. Se estima que entre un 5 y un 15% de las mujeres pueden presentar algún grado de hirsutismo y frecuentemente se asocia a irregularidades menstruales, acné y caída del pelo. Su comienzo es entre los 15 y 25 años y va progresando lentamente.
Psicológicamente esta enfermedad es importante, ya que produce un deterioro grave de la autoestima de gran parte de las mujeres que la padecen. Más de un tercio de ellas dice recibir comentarios molestos por su enfermedad y la mitad se avergüenza a tal punto que evitan situaciones o deportes en los que se exponga esta situación, como natación, buceo, reuniones sociales y contacto sexual.
Desde el punto de vista médico es aún más preocupante, ya que puede traducir la existencia de un hiperandrogenismo, lo que se asocia a infertilidad y riesgo de hiperplasia o neoplasia endometrial.
El hirsutismo se genera por el aumento de alguno de los esteroides androgénicos que producen un incremento en la concentración de dihidrotestosterona, produciéndose un hiperandrogenismo en el cual el pelo fino y poco pigmentado se convierte en grueso y oscuro. Según sus causas se puede clasificar en:
1.- Hirsutismo Idiopático: Su causa no está precisada y se caracteriza por tener niveles hormonales normales. Se observa en el 50% de las mujeres afectadas.
2.- Hirsutismo de origen Androgénito: Generalmente se debe al exceso de hormonas masculinas asociado al síndrome de ovarios poliquísticos.
Debe sospecharse de un hiperandrogenismo ante la presencia de reglas irregulares, signos de masculinización y niveles de testosterona libre por sobre el doble del rango normal. Frente a esto, la persona debe consultar inmediatamente. Para que el médico realice el diagnóstico son de vital importancia la historia clínica y el examen físico.
Tanto el tratamiento del hirsutismo como su diagnóstico deben estar dirigidos por un especialista.
Los cambios en el pelo comienzan a observarse después de 6 a 8 meses de tratamiento y consisten en el adelgazamiento y despigmentación del pelo y no en su caída o desaparición. El manejo es médico y cosmético.
1. Tratamiento médico: Con anticonceptivos u otras hormonas, y con sensibilizadores de insulina.
2. Tratamiento cosmético: Incluyen decoloración y depilación. Ésta última contiene la manual, con máquinas de rasurado, ceras, productos químicos, electrolisis y láser.
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